EL TESORO DE LAS MADRES
En una hermosa tarde de verano, al tiempo de
ponerse el sol, Rafaelito y su mamá paseaban
por apacible floresta.
—Tú dices que me amas—dijo la mamá al niño—,
mas quiero asegurarme de ello viendo cómo adivinas
cuatro cosas que voy a proponerte.
Escucha: en las
noches serenas del estío veo el cielo poblado de brillantes
estrellas. Pero hay dos que tienen un brillo
que me encantan; yo las sigo con la vista, y ellas parece
que me miran y dan luz clarísima. ¿Sabes qué
estrellas son éstas?
—Sí, mamá; las dos estrellas cuyo brillo te encanta,
que las sigues y te miran, son... mis ojos azules.
—Lo has acertado, hijo mío. Y bien; hay una flor
fresca y sonrosada que sabe hablar y sonreír, y pronunciar
mi nombre. ¿Sabes qué flor maravillosa es
ésta?
—Esa flor que sabe hablar y sonreír, y también
besar, mamá querida, es la flor formada por mis
labios.
—Dime: la joya que más aprecio es un collar, no
de oro ni de finas piedras; un collar que llena de satisfacción
y gozo. ¿ Cuál puede ser?
—Ese collar,. ¿puede ser otro que mis brazos que
se anudan en tu cuello?
—Verdaderamente, eres discreto. Pero oye: tengo
un tesoro inapreciable, un tesoro sin el cual no
puedo vivir. Vale más que las dos estrellas brillantes,
más que la flor que sonríe, más que el precioso
collar.
—No prosigas, mamá; ese tesoro es mi corazón,
que te ama entrañablemente.
EN EL AMOR DE SUS HIJOS SE COMPENDIAN LOS TESOROS DE
LAS MADRES
¡¡FELICIDADES A TODAS LAS MADRES!!
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